Mindfulness y la preocupación
- Maru Barbosa
- 3 jun 2020
- 1 Min. de lectura
Actualizado: 1 jul 2020

La preocupación es fenómeno que ocurre en todos los seres humanos como una respuesta adaptativa a las situaciones peligrosas que pueden presentarse en un futuro. En este sentido la preocupación es sana porque nos permite enfocarnos en los riesgos potenciales y así evitarlos; no obstante esta preocupación deja de ser sana en el momento que se convierte en un hábito de la mente. La preocupación habitual es entonces peligrosa por caracterizarse de pensamientos desmedidos, poco saludables, estresantes, negativos e irreales sobre el futuro y que pueden convertirse en ansiedad, depresión, o alguna otra enfermedad que aqueje a la mente.
Usar al mindfulness como antídoto para la preocupación habitual permite: conectarnos con el momento presente, mantener la atención plena, hacernos conscientes de nuestros pensamientos y emociones, y estar abiertos a aceptar las situaciones con curiosidad, sin juicio tal y como ocurren; que es justo lo contrario a como opera la preocupación.
Sin duda, el estado de atención plena no se adquiere de la noche a la mañana; la práctica constante de las meditaciones o actitudes básicas del mindfulness son lo que pueden aminorar el hábito de la preocupación. Una persona que practique mindfulness constantemente, en un futuro logrará hacerse consciente de los pensamientos preocupantes y así evitar rumiar dichos pensamientos o estresarse; por lo tanto el desengancharse de ese hábito toma tiempo y requiere de esta habilidad que sólo puede adquirirse con la práctica.
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